27/11/13

En el teatro, la investigación debe ser puesta a prueba constantemente, en la representación y en la actuación. Sólo así, éste podrá revitalizarse.
Se puede tomar cualquier espacio vacío y llamarlo escenario. Colocamos allí a una persona (un actor, una actriz) y otra enfrente, observando lo que hace. Tan sólo eso hace falta para llevar a cabo un acto teatral.
Ya lo demostramos, sobradamente, con "Johnny and me".
Teníamos una mujer. Sólo teníamos una mujer. De otra nacionalidad, con un nombre extraño, con otros referentes. Algo aparentemente ajeno a la realidad cotidiana del españolito medio. En un espacio desnudo, vacío.
Y cuando todo el mundo se preguntaba qué iba a salir de aquello… pues de aquello salió teatro. Porque el teatro es un lenguaje universal, igual de útil aquí o en Zambia.
Por otra parte, no debemos atar la palabra a las indicaciones que, sobre el texto, hace el dramaturgo. Los mejores dramaturgos son los que menos acotan. Porque la mayoría de las indicaciones son inútiles. Y con respecto al actor hay que decir que la única manera de interpretar bien un texto dramático es volver, desde el inicio, a la creación original. Por tanto, el actor debe recorrer el camino de la creación del personaje, camino que en su día transitó el autor del mismo, el dramaturgo, si bien uno lo hizo desde un punto de vista intelectual, y el otro ha de llevarlo a cabo desde una perspectiva más orgánica. 
Si quieres; visceral.




22/11/13

¿Por qué la dirección de este blog es la que es? ¿Por qué se llama somarova? ¿Qué es somarova?
¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?
Ains.
¿Por qué, en la lavandería, siempre se pierde el par de los calcetines?
Es más… Una aceituna sin hueso; ¿Es menos aceituna?
Todas estas cuestiones, trascendentales o no, me atacan sin piedad en mis noches de insomnio, como el ministro Wert ataca a la enseñanza, o un tenor de segunda ataca a un bocata de chorizo.
Pues bien; presta está la solución:
"El somarova" es un relato de Jardiel Poncela.
Hala, ya está dicho.
¿Que por qué lo elegí como referente para nuestro "Diario de ensayos"?
Bueno… es de Jardiel. Es divertido, insólito y trasgresor. Y me apetecía hacer un homenaje (modesto, pero homenaje al fin y al cabo) a quien considero un hombre de teatro por excelencia.
¿Qué? Ah, que te gustaría leer el relato en cuestión. Pues nada, eso está hecho. Ahí va la dirección de Internet en la que puedes encontrarlo (de un blog estupendo, por cierto).

 http://deespadasyplumas.blogspot.com.es/2012/12/el-somarova.html

21/11/13

Hoy es mi cumpleaños: olé, olé y olé!
Y ensayamos ayer, y ensayaremos mañana.
Hace varios días que no publico en este blog, que es un diario, un diario de ensayos. Pero es que he estado más liado que la pata de un romano, tú me entenderás.
En estos días han pasado varias cosas, a cada cual más importante.
A saber, y a saber cuales:
Juana ya campa a sus anchas por la Batcueva (que a veces huele a pino, y a veces… no). Tamara se ha soltado lo bastante como para preocuparse más de la escenografía que de su interpretación. Y eso está bien, porque eso significa que la creación del personaje ya está completa. ¿Qué más da si te paras dos pasos más adelante en este ensayo, y dos pasos más atrás en el siguiente? ¿Es el personaje el que toma las riendas en la actuación? ¿Sí? ¿Lo sientes en las tripas? Entonces; lo demás está de más.
Tamara ensaya con un cojín sujeto a su estómago (Juana estaba embarazada en el momento en el que se sitúa la acción). Y además hemos probado diferentes tipos de maquillaje, complementos, ropa…
Nota: Un trabajo con el que disfrutas… ¿Es un trabajo?
Tamara va a la carrera con este proyecto, echando lo mejor de sí.
Yo voy detrás; echando el bofe.
Tenemos cartel, de Elysa Castro (una auténtica pasada).

Si es que yo soñé con Juana… ¿Te lo había dicho?

5/11/13

El ensayo de ayer lunes fue una pasada. Comenzamos como solemos hacer siempre… hablando. Tamara es muy consciente de lo importante que resulta la formación para un actor y lee todo lo que cae en sus manos, ve mucho teatro y pregunta a todo el mundo. Yo le había pasado un par de direcciones de You Tube: el monólogo de Segismundo de La vida es sueño, interpretado por Julio Núñez (1), el mismo interpretado por Blanca Portillo (2), y el video book de Karmele Aranburu (en el que hay un fragmento de su doña Inés, en el Don Juan) (3). Los comentamos y nos quedamos con un par de ideas con las que jugar en nuestra Juana.
Desde el principio, Tamara se agarraba al hálito del personaje. Yo me agarraba a la silla.
Ella repetía y repetía incansable, inasequible al desaliento, mientras yo forzaba la máquina, pidiéndole un tono de voz más grave, una pausa más larga, un gesto más sutil.
Por fin; cuando comprendí que había llegado al punto en el que podía plantearse seriamente alojar el mango de su paraguas en píloro de un servidor por vía nasal, cambiamos de estrategia. Le pedí que jugara, que improvisara y que se moviera de un lado a otro de la sala. Y entonces apareció Juana: espalda recta, barbilla alta, voz firme. Mágico.
Nota: Acababan de fregar, así que la Batcueva olía bien. A pino. ¡Vivan las señoras de la limpieza!




3/11/13



Toma de contacto.
Nervios.
No conocemos la sala.
Es pequeña y huele raro. Como a cueva de murciélago. Tiene un enorme espejo en un lateral y unos focos criminales, dignos de una prisión de máxima seguridad, de esas que aparecían en las películas de los años setenta. Pero como para ensayar un montaje de estas características no necesitamos gran cosa, estamos felices como perdices.
Tamara es aplicada como una estudiante de internado británico, así que se sabe el texto al dedillo. Yo soy pesado como un catedrático de latín, o una soprano gorda. Así que la pobre me mira de vez en cuando con expresión rara. Me alegra que no tenga a mano ningún objeto contundente.
Nota: ¿Debería comprarme un casco?
Insisto en que inicialmente, al aproximarnos a un personaje, funcionan mucho mejor los sentimientos que la cabeza. Acercarse a un texto dramático al principio de una manera analítica es un error, a mi modo de ver. El personaje debe apoderarse poco a poco de ti. Debes crear con sensaciones, con las tripas. Ya habrá tiempo de academicismos.
Tamara dice que sí. Que vale. Pero yo oigo los engranajes en su cabeza. Ric rac, ric rac.
Nota: Tirar todos mis libros de Peter Brook. Es una influencia nociva.
Pablo nos hace las primeras fotos. Son chulas. Hablamos del vestuario y de la escenografía. ¿Debería estar el féretro de Felipe en escena? ¿Juana lleva un hábito o un vestido? ¿De qué color es el caballo blanco de Santiago?
Tamara no tarda en coger el hálito de Juana. Es firme, decidida. Pero le cuesta retener al personaje.
Vamos bien. Pero tenemos mucho trabajo por delante.

Nota: He decidido llamar a la sala de ensayos la Batcueva. Mola.



Se me apareció el espectro de la reina Juana.
Tal cual.
Bueno, está bien. Por tu cara deduzco que tendré que explicarme un poco.
A ver:
Estábamos de vacaciones en el norte, en Comillas, que es un pueblo precioso, como de cuento. Que parece perdido en el tiempo. Que está poblado por gente amable y buena.
Y donde se come de miedo, oiga.
El caso es que volvíamos al apartamento, después de asistir a un certamen de grupos corales que se celebró en Santander, en la Catedral. Los participantes tenían muchísimo nivel, el entorno era maravilloso y yo… En fin, yo soy muy impresionable. Para rematarlo todo, aquella noche la cena debió de sentarme mal, y tuve un algo fiebre, y un mucho de sueños raros.
Y, de entre todos mis delirios, recuerdo vívidamente la imagen de una mujer. Alta, de bello rostro, vestida con oscuras ropas. Y recuerdo unas palabras: "Negro pozo, al cual ahora yo asomo".
A la mañana siguiente garabateé en un papel las primeras líneas de lo que, después, ha acabado siendo "Juana". Un monólogo dramático. Una aventura en la que nos hemos embarcado.
Una aventura que queremos compartir contigo.
Comienzo ahora a escribir lo que pretende ser un diario de ensayos, en el que volcar nuestro trabajo, nuestros progresos y nuestros sueños. Y si nuestras experiencias les sirven a alguien, alguien tan loco por el teatro como nosotros, pues… ¡Bien!
¿Qué? ¿Nos acompañas?  
Quiero darte, además, la dirección del blog del autor del texto. Paco Banjac.